lunes, 6 de marzo de 2023

DE LOS POZOS DE LA NIEVE EN LA PANDERA EN 1868

 

Tal día como hoy, el 6 de marzo de 1868, el Ayuntamiento de Los Villares, presidido por don Apolonio Anguita Parra, acordaba se proceda al arrendamiento de la nieve que pueda aprovecharse del término común de esta Villa.







 

Desarrollo de la Sesión:

 

En la Villa de Los Villares un 6 de marzo de 1.868 se reúnen los Señores  del Ayuntamiento Constitucional en Cabildo, bajo la presidencia del Sr. Alcalde D. Apolonio Anguita Parras y abierta la sesión por el Sr. Alcalde se manifestó que por algunos vecinos de la Villa se habían interesado por el arriendo de la nieve en los terrenos de caudales de propios de esta localidad cuya renta sería un arbitrio de bastante interés para cubrir parte de las atenciones del Presupuesto Municipal pero que al tratar de ello debe tenerse en cuenta de que sobre dicho aprovechamiento hay un acuerdo con el Ayuntamiento de Jaén. Después de debatir sobre el tema y considerando que del arrendamiento que se trata de fácil realización, sin que en nada se perjudique los arrendamientos con Jaén, toda vez que pueden construirse Pozos para conservación de nieve inmediatos a los que tienen arrendados la citada ciudad, sin que esto pueda perjudicar los derechos que existen para que esta medida, que el de respetar el terreno donde se encuentran los otros pozos. En consecuencia se acordó se proceda al arrendamiento en subasta pública de la nieve que pueda aprovecharse en los terrenos del patrimonio común de esta Villa a cuyo efecto se formará el oportuno expediente que dará principio con un certificado de este particular y autorización al Señor Alcalde para que establezca las condiciones que han de regir en el contrato y señalar los días y horas del remate.

 

*QUÈ ERAN LOS POZOS DE LA NIEVE.

Consistían en unos pozos de 8 a 10 metros de profundidad y un diámetro variable que oscilaba entre los 5 a los 15 metros. Como la naturaleza rocosa de terreno hacía inviable el profundizar excesivamente, alrededor de la boca se elevaba un murete de piedra en seco y sobre él se disponía una elemental bóveda semiesférica que en su cúspide se abría con un amplio hueco. Como en la Pandera la nieve es frecuente, cuando caía una buena nevada subían unas nutridas cuadrillas de jornaleros llamadas “neveros” y  a base de palas y esportillas recogían la nieve  y con ella iban llenando los pozos. Iban  depositándolas en capas sucesivas que iban apisonando cuidadosamente. Cuando el pozo estaba al completo lo tapaban con ramas de aulaga, morisca o bálago para que actuara de aislante y luego todo el habitáculo lo cubrían con barro, que al secarse formaba una costra muy consistente.

Cuando se acercaba el verano, las cuadrillas de “neveros” volvían a subir a las pandera y en jornadas agotadoras abrían los “pozos de nieve”, extraían el hielo y con recuas de burros o mulos, en unos curiosos serones aislados con tamo y paja, caminando de noche por trochas y veredas llevaban la nieve a su destino.







 

 

 

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