Un 5 de enero de 1.871, el Sr. Alcalde de Los
Villares, D. Luis Palacios Molina, informaba a la Corporación, que habiendo fallecido el maestro de
Instrucción Primaria D. Joaquín Garrido, su viuda había despedido la casa y
local donde se hallaba la Escuela y que por tanto se hacía necesario habilitar
un edificio con capacidad suficiente destinada a dicha clase y casa/habitación
para el maestro y su familia y que toda vez que el Ayuntamiento no lo tiene en
propiedad había practicado diligencias para obtenerlo por la cantidad de
seiscientos reales consignados en el presupuesto para tal fin. Que con esas
condiciones necesarias poseía D. Antonio Molina Anguita una casa en la calle
Llana de esta población con el cual pudiera hacerse el contrato de arrendamiento
por un año que comenzaría el 24 de junio próximo. De haber citado a D. Antonio
Molina Anguita y de no tener inconveniente se realice dicho contrato de
arrendamiento entre él y el Municipio y que la cantidad de dicho contrato se
consigne en el Presupuesto Ordinario. Una vez presente D. Antonio Molina
Anguita, enterado del objeto por el que se le había invitado, entre el
interesado y la Corporación Municipal se realizó el siguiente contrato:
“El Sr. D. Antonio Molina Anguita cede a este
Ayuntamiento en arrendamiento por espacio de un año que dará principio el
veinticuatro de junio y que terminará en otro igual día y mes de año de mil
ochocientos setenta y dos para que sea ocupada por la Escuela Pública de Niños,
el Maestro y su familia, la casa que le pertenece en la calle Llana de esta
población marcada con el número diez, reservándose el propietario la bodega que existe en la
misma para su uso particular, por la cantidad anual de doscientas setenta y
cinco pesetas que se han de satisfacer por trimestres vencidos. El Ayuntamiento
acepta dicho contrato en la forma expresada y se obliga a satisfacer las
doscientas setenta y cinco pesetas de los Fondos Municipales, pagada en la
manera interesada por el propietario obligándose cada una de las partes a
cumplir el presente, cada uno en la parte respectiva quedando así formalizado
el mismo y en su comprobación firmará D. Antonio Molina la presente Acta con la
Corporación Municipal.”
Firmas y
rúbricas de la Corporación Municipal y del interesado.
Comentario sobre la "Casa de la Niña":
La conocida como “Casa de la Niña”,
era la típica casa solariega, de agricultor acomodado, de arquitectura rural
propia de esta zona, situada en el núm. 14 de la calle Antonio Molina, antigua
calle Llana. Tenía un hermoso zaguán con un pequeño ventanuco, amplios
aposentos, cuadras, bodega, y un huerto que
abrazaba, por detrás, a las demás casas
de la calle. En su fachada destacaba una recia puerta de madera, unos
ventanales con rejas muy características en el pueblo de aquella época, un balcón
en el aposento principal y en las cámaras, los dos típicos piquerones de las casas
labriegas.
Para nosotros, los niños que
vivíamos en ella o en las calles aledañas, lo que más nos atraía de ella era su “tranquillo”, de piedra, de una altura adecuada para sentarse en las calurosas
tardes de verano. Cuántas aventuras, historias y complicidades, en ese “tranquillo”
junto a mis primeros amigos, José García, Luis Parras y José Castro.
El nombre de “Casa de la Niña” le
viene de que en ella residió una señora mayor, soltera, hija de D. Antonio
Molina Anguita y llamada cariñosamente “la niña”, nombre con el que se le
conoció siempre en el pueblo. Propietaria de grandes fincas, entre ellas la conocida
como “Era de la Niña”, vivía acompañada de una criada. De ella se cuenta, que
de mayor solía recibir a diario la visita de su médico D. José Martínez, al que
religiosamente pagaba once pesetas por visita; o que en su entierro, tras el
funeral en la parroquia, su féretro hizo el recorrido procesional antes de ser
llevado al cementerio.
El desarrollo económico, acabó con
la conocida “Casa de la Niña”, y hoy sólo queda de ella, alguna fotografía de su última época y el
recuerdo de las vivencias compartidas con mis primeros amigos de la infancia.
Aportaciones: El nombre completo del maestro era Joaquín Garrido Montoro, natual de Jaén y casado con la villariega Mª Lorenza Anguita Molina, con la que tuvo una hija llamada Casiana.( datos aportados por José Carlos Gutiérrez Pérez).
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