Tal
día como hoy, el 6 de marzo de 1868, el Ayuntamiento de Los Villares, presidido
por don Apolonio Anguita Parra, acordaba se proceda al arrendamiento de la
nieve que pueda aprovecharse del término común de esta Villa.
Desarrollo de la Sesión:
En la Villa de Los Villares un 6 de marzo
de 1.868 se reúnen los Señores del Ayuntamiento Constitucional en
Cabildo, bajo la presidencia del Sr. Alcalde D. Apolonio Anguita Parras y
abierta la sesión por el Sr. Alcalde se manifestó que por algunos vecinos de la
Villa se habían interesado por el arriendo de la nieve en los terrenos de
caudales de propios de esta localidad cuya renta sería un arbitrio de bastante
interés para cubrir parte de las atenciones del Presupuesto Municipal pero que
al tratar de ello debe tenerse en cuenta de que sobre dicho aprovechamiento hay
un acuerdo con el Ayuntamiento de Jaén. Después de debatir sobre el tema y
considerando que del arrendamiento que se trata de fácil realización, sin que
en nada se perjudique los arrendamientos con Jaén, toda vez que pueden
construirse Pozos para conservación de nieve inmediatos a los que tienen
arrendados la citada ciudad, sin que esto pueda perjudicar los derechos que
existen para que esta medida, que el de respetar el terreno donde se encuentran
los otros pozos. En consecuencia se acordó se proceda al arrendamiento en
subasta pública de la nieve que pueda aprovecharse en los terrenos del
patrimonio común de esta Villa a cuyo efecto se formará el oportuno expediente
que dará principio con un certificado de este particular y autorización al
Señor Alcalde para que establezca las condiciones que han de regir en el
contrato y señalar los días y horas del remate.
*QUÈ ERAN LOS POZOS DE LA NIEVE.
Consistían en unos pozos de 8 a 10 metros
de profundidad y un diámetro variable que oscilaba entre los 5 a los 15 metros.
Como la naturaleza rocosa de terreno hacía inviable el profundizar
excesivamente, alrededor de la boca se elevaba un murete de piedra en seco y
sobre él se disponía una elemental bóveda semiesférica que en su cúspide se
abría con un amplio hueco. Como en la Pandera la nieve es frecuente, cuando
caía una buena nevada subían unas nutridas cuadrillas de jornaleros
llamadas “neveros” y a base de palas y esportillas
recogían la nieve y con ella iban llenando los pozos. Iban
depositándolas en capas sucesivas que iban apisonando cuidadosamente. Cuando el
pozo estaba al completo lo tapaban con ramas de aulaga, morisca o bálago para
que actuara de aislante y luego todo el habitáculo lo cubrían con barro, que al
secarse formaba una costra muy consistente.
Cuando se acercaba el verano, las
cuadrillas de “neveros” volvían a subir a las pandera y en
jornadas agotadoras abrían los “pozos de nieve”, extraían el
hielo y con recuas de burros o mulos, en unos curiosos serones aislados con
tamo y paja, caminando de noche por trochas y veredas llevaban la nieve a su
destino.
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