
Semblanza:
Un 15 de agosto de 1.975 fallecía en el número 70 de la calle
Carolina de Los Villares, Ricardo López Higueras, “Ricardito”, como popular y
cariñosamente se le llamaba.
Se dice “que las grandes esencias se guardan en
frascos pequeños” y no había más que conocer a Ricardo para comprender
el verdadero significado de la frase. Él fue
un hombre al que la naturaleza hizo pequeño de estatura pero al que dotó
de grandes cualidades, su diminuto cuerpo acogía en su interior un gran corazón; era trabajador, generoso, alegre, dicharachero y siempre dispuesto a ayudar y a
hacer felices a los demás, sobre todo a los niños por quienes sentía
predilección.
Hijo de José López Parras, agricultor y de Brígida Higueras Martínez, “Ricardito” nacía un 5 de enero de 1.925, a las siete de la mañana, en el número 12 de la calle Antonio Molina, el día que tantos niños y niñas esperan con ilusión el regalo de los Reyes Magos; y no pudo elegir mejor día para nacer, porque eso fue él durante muchos años para la chiquillería que abarrotaba las plazas de toros de medio mundo y para todos los que nos acercábamos a él, un regalo de Dios que nos hizo sonreír y del que siempre recibíamos caricias y frases llenas de amor envueltas en sonrisas y guiños que hacía que brotase la alegría a su alrededor.
Su infancia en Los Villares fue muy difícil y dolorosa, su anomalía era causa de burla de aquellos a los que luego él entregó tanto, los niños. Su negativa a asistir al colegio hizo que los padres decidieran desplazarse a vivir a Jaén buscando la felicidad de Ricardo. Y allí, en la calle Almendros Aguilar, próximo al Arco de San Lorenzo, establecerían su residencia.
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Cartel del espectáculo cómico-taurino |
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En una de sus muchas actuaciones en Méjico. |
El mundo del espectáculo fue su única escuela, sus constantes viajes de un lado a otro del globo terráqueo le dio una amplia cultura, hablaba bien francés, si bien no sabía escribirlo, tenía una bonita caligrafía y las conversaciones con él siempre te aportaban conocimientos insólitos e insospechados en una persona como Ricardo, que nunca asistió a la escuela pero que supo aprovechar todo cuánto la vida le ofreció para convertirse en un hombre de una amplia cultura.
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Con Manuel Benítez "el Cordobés" |
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En la plaza Deán Mazas |
Y cuando la llama de la vida se le iba apagando, madre e hijo vuelven al pueblo que le vio nacer. “Ricardito” fallecía en la calle Carolina de Los Villares, a causa de la enfermedad crónica que padecía, a las 13 horas del 15 de agosto de 1.975, día de la Asunción de la Virgen, como queriendo subir al regazo del Padre de manos de su Madre.
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Ricardito, en la esquina de la izquierda, en una foto del Grupo. |
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