Tal día como hoy, el 7 de julio de 1785,
Manuel Caballero, vecino de Jaén, profesor de cantería de saca, otorga
escritura especificando la piedra que se necesitaba para la obras de reforma de
la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Los Villares.
Desarrollo de la Efemérides:
En mayo de 1785, el vive-prior y mayordomo
de fábrica, D. Manuel de Arredondo, solicitaba la reforma y ampliación del
templo, dado el mal estado en que se encontraba.
En junio de aquel mismo año, el maestro de
obras Ramón Maroto emitió un detallado informe sobre las obras para asegurar la
zona antigua y ampliar el templo.
Un 7 de julio de 1.785. Manuel Caballero, vecino de Jaén, profesor de
cantería de saca, otorga una escritura, especificando la piedra que se
necesitaba para las obras de la iglesia parroquial de Los Villares. La cantera
sería de la situada en el sitio de los Charcones, del término municipal de esa
villa. El maestro albañil que realizaría la obra será Miguel Landeras, vecino
de Jaén. El presupuesto fue de 20.727 reales. Fue una obra importante ya que se
preveía buena calidad de la piedra de cantería, hierros, buena madera para el
armazón del tejado y suelos, puertas, ventanas con los herrajes, mudanza y
aptitud de dos altares y cancel de la puerta principal, traslación de la pila
bautismal y otros detalles.
En los trabajos intervinieron entre otros, los canteros, Agustín Peinado,
Manuel Caballero, Juan de Armenteros, Juan de Ortega y Pedro Caballero. Las
obras se realizaron con distintas interrupciones, alargándose en el tiempo. La
torre campanario fue el último elemento arquitectónico de la parroquia en
construirse. El nuevo templo se abrió al culto en 1798.
TAMBIÉN ESE DÍA…En 1860: Don Rafael Osuna, prior
de la Parroquia de San Juan Bautista de Los Villares, solicitaba del Ilmo. Sr.
Obispo de la Diócesis, dispensa para de las tres amonestaciones para
casamiento, a favor de los contrayentes Pedro de Gámez, viudo de Brígida
Delgado y de María Siles, viuda de Juan Caballero, a fin de realizarlo a la
mayor brevedad, con el sigilo y evitando los gastos de una boda pública,
dada su notoria pobreza y en virtud de ser ambos contrayentes viudos. Por el
Obispado se concedía ese mismo día, la dispensa solicitada por el Prior D.
Rafael Osuna.
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