jueves, 9 de enero de 2014

DEL RECEPTOR DE BULAS DE LA SANTA CRUZADA, EN LOS VILLARES DE 1.819


Todos los años, dentro de la variedad de oficios que el Concejo de los Villares elegía, se encontraba el de Receptor de Bulas de la Santa Cruzada.Un  9 de enero de 1.819, reunidos en Cabildo, los Señores D. Antonio Gómez y D. Antonio Ygueras, Alcaldes Ordinarios; Juan Alonso Fernández y Gregorio de Campos, Regidores; Juan Palacios y Ramón Martínez, Diputado y Síndico del Común, Manuel García Diputado moderno y Síndico General, personas todas que componen la Justicia y Ayuntamiento, consideraron que es indispensable hacer el nombramiento de distintos empleos que han cesado en el año pasado de mil ochocientos diez y ocho. Después de un maduro examen y con respeto a la responsabilidad que deben tener en ellos, de una conformidad acordaron nombrar entre otros:  Receptor de las Bulas de la Santa Cruzada del corriente año de la fecha a D. Gregorio de Campos de esta vecindad.

Comentario a la Efemérides:

¿Qué era el Receptor de Bulas?: Básicamente era el recaudador, que se encargaba de recoger el dinero de las limosnas  que generaba el reparto de las bulas entre los vecinos y luego debía entregar y dar cuenta sobre las cantidades recibidas, en la tesorería de la Santa Cruzada en Jaén, o bien entregar a su regente cuando éste se desplazaba a la Villa para recogerlas. Aunque el dinero no iba a parar al Concejo, éste si estaba obligado a elegir a la persona que se encargaba del reparto y cobranza.
Modelo de Bula

Las bulas que se ponían a repartir en Los Villares, eran de cuatro tipos, las llamadas de vivos, de difuntos, de lacticinios y de composición.

¿Pero qué era una bula?  Era  un documento concedido por el Papado que supone la concesión de determinadas gracias o beneficios espirituales a quien se acoge a él por su adquisición, aunque también puede tener un sentido de gracia o beneficio a nivel jurídico o administrativo.
Este derecho para repartir las bulas fue concedido a la Corona Española por el Papado con el fin de que ésta obtuviera ingresos en las llamadas guerras contra los “infieles” y “enemigos de la religión católica”, entiéndase en los siglos XVI y XVII como turcos, protestantes, berberiscos etc., ya que, a efectos espirituales estas guerras tenían cierto sentido de cruzada. Lo cierto es que su venta proporcionó mucho dinero ya que, en sus variantes, pero sobre todo la de vivos, eran repartidas entre la población, donde muy poca gente quedaba sin ella. Hay que tener en cuenta que en un tiempo como los siglos XVI y XVII, época de fanatismo religioso, la salvación del alma se consideraba por encima de todo lo demás y los beneficios espirituales que concedían estas bulas se consideraban esenciales para obtener el cielo.







 

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